Lina Krüger
Lina Krüger escribe historias desde que iba a la escuela. Pasó diez años haciendo teatro de improvisación, centrándose en el desarrollo de obras de larga duración, donde perfeccionó sus habilidades para contar historias y desarrollar personajes. En su licenciatura y máster en Ciencias del Habla lo aprendió todo sobre la voz, el habla y la comunicación, especializándose cada vez más en este campo. En su tesis de máster investigó cómo presentar información orientada a los niños y las audioguías infantiles. Hoy trabaja como locutora autónoma y produce contenidos de audio para niños junto con su colega Lisa Pitt bajo el nombre Lautspiel.
¿Cómo elaborar una audioguía para niños?
Las audioguías para niños deben diseñarse de forma muy diferente a las audioguías para adultos. Aquí tienes algunos consejos.
Los niños perciben el mundo de forma diferente a nosotros, los adultos. Sus intereses son distintos, traen consigo conocimientos previos diferentes, tienen otra forma de concebir lo que es emocionante o importante y, según su edad, también aprenden de forma distinta. Por eso es importante no preparar la información para niños del mismo modo que lo haríamos para los adultos.
Todo esto desempeña un papel muy importante en la producción de audioguías infantiles, un producto diseñado para transmitir mucha información a los niños en poco tiempo. Cuanto más se tengan en cuenta las necesidades especiales de los niños, más información recordarán de su visita a la exposición.
El deseo de una audioguía para niños
A menudo ocurre lo siguiente: un museo ya dispone de una audioguía para adultos y se propone ampliar su exposición con un producto para niños. La audioguía existente tiene un número determinado de estaciones. Normalmente hay una estación sobre cada tema, con una gran densidad de información aglutinada en un par de minutos.
Al crear una audioguía para niños, no hay que limitarse a tomar el mismo listado de estaciones, reducir un poco la información y hacer que la lea un narrador con voz de cuentacuentos. Al contrario: hay que replantearse la audioguía desde cero.
Todo empieza con la elección del contenido
La elección de los temas es crucial. Los niños suelen interesarse por cosas distintas que los adultos, lo que significa que otros objetos de la misma exposición pueden atraer mucho más su atención. Una vez hecha la selección de estaciones para la audioguía, examina detenidamente cada una de ellas y pregúntate: cuando yo era niño, ¿qué es lo que más me habría interesado?
Incluso si seleccionas el mismo punto de interés tanto para niños y adultos, puede que a unos no les resulte interesante la misma información que a los otros sobre un mismo tema. Por ejemplo, a los adultos les puede interesar la situación política de la época, las fechas y las personalidades importantes, mientras que a los niños les fascinarán los números y proporciones inusuales y las historias personales. Los conocimientos previos de niños y adultos también son muy diferentes. Piensa qué elementos de esa obra podrían resultar familiares a los niños y aprovéchalos.
Pero ten cuidado: no todos los niños son iguales. Los niños en edad preescolar, por ejemplo, tienen un nivel de conocimientos completamente distinto al de los niños de 13 años, y sus intereses y capacidad de comprensión también difieren mucho. Por tanto, debe definirse claramente a qué grupo de edad va dirigida la audioguía. Para ponerla a disposición del mayor número posible de niños, es aconsejable fijar la edad del grupo receptor entre los ocho y los doce años. Una vez decidido el intervalo de edad, pregúntate si conoces a algún niño de esa edad y utilízalo como guía en todos los pasos de la elaboración de la audioguía.
El marco que lo mantiene todo unido
Una vez que hayas decidido qué paradas y qué temas quieres tratar, piensa en un marco para tu audioguía. Primero debes preguntarte si las paradas funcionan independientemente unas de otras o si deben escucharse en un orden determinado. Después plantéate la cuestión de a quién escucharán los niños en la audioguía. Es obvio, por ejemplo, pensar en uno o varios personajes que tengan algún tipo de conexión temática con la exposición. Puedes presentárselos a los niños al principio de la audioguía para que les guíen por el museo.
Esto puede suceder en el momento presente y en el espacio real del museo, o en forma de historia en la que transportes a los niños al lugar y la época de tu exposición. También puedes enriquecer la visita audioguiada con un acertijo que lleve a los niños de una parada a otra y que sólo pueda resolverse al final. Hay infinitas posibilidades para diseñar un marco de este tipo. Lo principal es que los niños se enganchen a la audioguía desde el principio, que se despierte su curiosidad y que tengan ganas de completar el recorrido de la exposición.
En cuanto a la densidad de información, menos es más
Al igual que ocurre con las audioguías para adultos, la duración de las estaciones de audio no debe superar los dos minutos. Esto conlleva el reto de mantener muy breves los textos de cada parada y, aun así, incluir toda la información que te parezca relevante.
Para los niños, es mejor limitarse a una pequeña cantidad de información y presentarla de forma que sea claramente comprensible y, sobre todo, interesante. Rellena con algo divertido los huecos entre las piezas de información. Deja que los personajes de tu audioguía hagan travesuras de vez en cuando e incorpora la información a la historia de forma lúdica. Limitarse a transmitir información en el transcurso de muchas paradas, como suele hacerse con las audioguías para adultos, puede abrumar o aburrir rápidamente a los niños, de modo que ya no puedan asimilar correctamente lo que se dice o incluso se desconecten por completo.
Los textos de una audioguía están hechos para ser escuchados
Una vez planificada a grandes rasgos la audioguía, puedes empezar a elaborar los guiones de los textos a los que luego se añadirá música o efectos de sonido. Al escribir los textos, ten en cuenta que no se van a leer, sino a escuchar. Y escribir para escuchar difiere mucho de escribir para leer, porque un texto escuchado es más efímero y, por tanto, debe ser mucho más preciso que el lenguaje escrito. Si además los oyentes son niños, este aspecto se vuelve importantísimo.
Así pues:
- Utiliza un lenguaje sencillo y descriptivo, con una estructura de frases simple y sin muchas subordinadas.
- Formula activamente con muchos verbos en lugar de sustantivos.
- No tengas miedo de utilizar la repetición.
- Pregúntate para cada parada: ¿cómo le explicaría esto a alguien de forma hablada?
- Habla contigo mismo en voz alta y escribe lo que has dicho.
- Si no puedes evitar utilizar términos técnicos o grandes cifras, explícalos.
La grabación como componente fundamental de una audioguía para niños
Por último, la parte más importante de todo: la grabación. Las voces, los sonidos y la música resultan casi imprescindibles para dar vida a una audioguía para niños, así que debes poner mucho cariño en el diseño del audio.
Crea voces características para tus personajes y elige a excelentes narradores para encarnarlos. Trabaja también con diseñadores de sonido profesionales que sean capaces de envolver lo que se dice en un escenario sonoro. El diseño de sonido puede ser mínimo -unos cascos de caballos por aquí, el piar de los pájaros por allá o el eco de la bóveda de un sótano-, pero es sumamente importante para que los niños puedan empatizar mejor con la historia. Los efectos de sonido también hacen que el audio sea más interesante de escuchar. Y la música de fondo puede trasladar al oyente a épocas pasadas o hacer aún más tangibles las obras de los artistas de los que se habla.
Principios básicos que siempre debes tener en cuenta
La forma en que se diseñe la audioguía para niños depende, en última instancia, de la creatividad de la persona que la elabore. Pero siempre deben observarse algunos principios básicos: ¡tómate a los niños en serio! Hazles ver todo lo que se dice y cómo se dice, y no les des lecciones. No tengas miedo de confiar en ellos. No hay que ocultarles nada, ni siquiera los temas difíciles, sino comunicarlos con la debida cautela. Empieza siempre desde la perspectiva de los niños. Piensa en las preguntas que ellos se harían, en las cosas que ya saben y en lo que les puede resultar especialmente divertido o emocionante.
Cuanto más orientada esté la audioguía a los niños y más implicados se sientan, más la escucharán, comprenderán y recordarán durante mucho tiempo.
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